Homeland 6×08: alt.right / alt.truth

Si bien la presente temporada de ‘Homeland’ es la más asentada en la realidad y la que más bebe de la situación política presente de los Estados Unidos de América en particular y de la geopolítica contemporánea en general, en este último episodio se ha permitido el lujo de aumentar el alcance de la conspiración de esta temporada al más puro estilo Tom Clancy.

El concepto de ‘alternative’ que estamos viendo en los medios últimamente es un eje argumental no tanto de la serie, sino de la narrativa política actual. Un adjetivo tan indeterminado y en el que se pueden abarcar tantos conceptos que está siendo utilizado como égida o capa de invisibilidad para grupos actos con connotaciones mucho más negativas. Así, la extrema derecha norteamericana no se define a si misma como tal – ¿quién quiere ser calificado como «extremo» en cualquier situación? – y ha abandonado la nomenclatura del ‘Tea Party’ que con el desgaste había comenzado a ser una parodia de si misma. Ahora se autodenominan ‘alternative right’ o ‘alt-right’ para dar una apariencia de novación en la corriente ideológica.

‘Homeland’ ahonda en este fenómeno político y mediático mediante la figura de Brett O’Keefe (Jake Weber), el portavoz ideológico del ultranacionalismo estadounidense en la ficción de Showtime, que no deja de ser una representación de Alex Jones, el locutor de radio y teórico de la conspiración que se ha convertido en el periodista de referencia para Donald Trump. Y habremos de decir que en la serie se ha optado por una versión más comedida de su figura que la que presenta Infowars, programa en el que las bravuconerías y la exaltación patriótica no son más que el entrante de un menú mucho más siniestro. Uno que incluye uno de los conceptos más peligrosos que está tanto rondando constantemente el debate ético periodístico como siendo el eje de esta temporada de la serie: los ‘alternative facts’ y la ‘alternative truth’, los hechos y la verdad alternativos.

La regresión del concepto de la realidad dentro del discurso político ha llegado hasta tal punto en el que los dos conceptos más básicos de un relato, la verdad y la mentira, son diluidos a favor de la perspectiva ideológica y de la conveniencia partidista. Puede que un determinado hecho suceda de una determinada manera, pero en el momento en el que un relato verídico no ofrezca una posición de ventaja política este se sustituye por un relato «alternativo» que permita actuar en consecuencia. Es decir, por una mentira. John Oliver en ‘Last Week Tonight’ ya ha ahondado en el concepto de realidad que Donald Trump y su entorno parece tener y es ahora ‘Homeland’ la que nos ofrece una visión de los peligros que pueden surgir de la utilización de estos grupos ideológicos y de sus tácticas para manipular la geopolítica en beneficio individual.

Esto se ha conseguido convirtiendo a Dar Adal (F. Murray Abraham) en el Hombre Tras la Cortina de una de las conspiraciones a mayor escala que nos haya presentado la serie, con el Mossad como cómplice, con el acuerdo nuclear entre los Estados Unidos e Irán como objetivo a destruir y con la presidenta electa Elizabeth Keane (Elizabeth Marvel) como víctima a manipular. Puede que a nivel personal estemos disfrutando sobremanera viendo a Carrie (Claire Danes), Quinn (Rupert Friend) y Saul (Mandy Patinkin) completamente acorralados por esta conspiración que involucra hasta a quien hace poco se consideraba sus aliados, pero si somos capaces de analizar las implicaciones que está proponiendo ‘Homeland’ en esta temporada probablemente salgamos atemorizados de cada episodio.

En este último hemos visto cómo Astrid (Nina Hoss) caía a manos del sicario que ha estado en torno a toda esta conspiración desde el principio, no sin gran parte de culpa en el tejado del propio Peter Quinn, y cómo Majid Javadi (Shaun Toub) traicionaba a Saul Berenson para salvar su propio pellejo; pero lo verdaderamente escalofriante es la capacidad que tienen los servicios de inteligencia y altas instituciones políticas para manipular a la prensa y, en casos como el presente, utilizar los medios para minar la imagen de una determinada persona y con ello la confianza que tiene el público en esta.

La realidad y la ficción van tan de la mano en esta sexta temporada que es imposible separar el discurso crítico del político, como nos acaba de suceder.

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Capitán Valverde
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