Galavant 2×05 & 2×06: Lazos familiares y elemento sorpresa

Estos dos últimos episodios han traído muchas novedades, muchos números musicales, momentos absurdos y una escena bastante impactante. La comedia medieval nos mantenía enganchados con sus anacronismos y su divertida interpretación de las hazañas propias de novela de caballerías, pero ahora además añaden un elemento ‘cliffhanger’. ¿Lo has visto?

Vayamos por partes. Isabella (Karen David) se prepara para su boda incestuosa con toda la alegría del mundo porque sigue controlada por la tiara de su organizador de bodas. Acude al castillo de la princesa Jubilee (Sheridan Smith) para comprobar porque ésta no ha respondido a su invitación a la boda. En cuanto vemos a la princesa Jubilee, podemos deducir que no se preocupa por ser convencionalmente correcta.

La respuesta de la heredera al trono se produce en tono punk-rock con su pertinente y maravillosa puesta en escena y entre tanto ajetreo, el adorno que controla la voluntad de Isabella se cae de su cabeza (¡por fin!). Aquí empieza otra trama de venganza que promete mucho.

Por otra parte, Madalena (Mallory Jansen) y Gareth (Vinnie Jones) empiezan a llevarse mejor que bien, . La reina ordena la muerte de Sid (Luke Youngblood) y éste huye despavorido, lo cual hace que nos preguntemos por qué no ha huido mucho antes. En el Bosque de la Coincidencia, qué coincidencia, se encuentra con el organizador de bodas, que queda al tanto de la situación en el reino de Madalena y Gareth. En el cumpleaños del nuevo rey, Madalena quiere darle una nueva cicatriz (se llevan mejor que bien porque los dos son más que bizarros), pero nadie quiere enfrentarse al soberano Gareth, no ahora que tiene poder sobre sus vidas. Es entonces cuando Wormwood (Robert Lindsay), el organizador de bodas, convence a los monarcas para crear una guerra con Hortensia.

Mientras, Sid corre a la vera de nuestro protagonista.

Aunque si somos del todo sinceros, en la imagen de arriba está el verdadero protagonista de este par de episodios: Tad Cooper, el «dragón» del rey Richard (Timothy Omundson). No os imaginéis nada digno de Juego de tronos, por supuesto. El bobalicón de Richard cambió la gema preciosa, prácticamente lo único valioso que tenían, por un dragón que en realidad no es (o no parece ser) más que un lagarto.

Esto le cuesta un tremendo cabreo con Galavant. Cada uno se va por su parte y acaban en dos bandos diferentes: uno con los gigantes y otro con los enanos; con una pequeña particularidad: los gigantes no son gigantes y los enanos no son enanos. Imaginaos el caos que causa esto a la hora de pelear, ya que nadie sabe quién es de qué bando. Una vez más, el más puro teatro del absurdo que combina lo ridículo de la premisa con la banalidad de la acción y diálogos que son más de nuestro siglo XXI que de cualquier otra época; y funciona, vaya si funciona.

Cabe destacar también que Roberta (Clare Foster) y Richard están cada vez más cerca y lo dejan caer de forma cada vez más evidente. ¿Cuánto crees que se sostendrá este flirteo? La verdad es que la inmadurez de Richard es divertida siempre, pero ante una situación de tonteo destaca todavía más el componente de adolescencia chirriante de su personalidad.

Ahora agárrense, que viene la sorpresa. El trío protagonista llega a tierras del padre de Galavant, donde éste actúa como educador de un grupo de niños. Mientras Richard juega con los niños, Sid llega, espada incluida, y lanza el arma a Galavant para que éste se apropie de ella. Sin embargo, nuestro flamante caballero está demasiado distraído con los juegos del antiguo rey y la espada acaba impactando en su torso.

Sí.

Lo que leéis.

Supongo y deberíamos suponer que quedará en algo anecdótico, dada la premisa cómica de la serie; sin embargo… ¿hasta qué punto pueden hacer como que no ha pasado nada sin perder credibilidad? Es obvio que no es una serie que se caracterice por ser verosímil, pero ¿dónde está el límite? ¿Qué crees que pasará ahora?

Elisa
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