How to Get Away With Murder 3×04: “Don’t tell Annalise”

Esta temporada de ‘How to Get Away With Murder’ aún sigue sin alcanzar el ritmo de las dos anteriores, ni sacarle todo el partido al suspense del que tanto abusan. Este capítulo en particular ha sido más caótico de lo normal, pero quizás sea de esperar cuando el personaje que personifica el motor de la serie no está en ni en su mejor momento ni haciendo su trabajo.

Ya lo hemos hablado con anterioridad, pero a pesar de que el nuevo formato autoconcluyente de la serie resulta satisfactorio después del eterno caso Hapstall la temporada pasada, el “caso de la semana” tiene que ser lo suficientemente cautivador para entretener y lo suficiente en común con la trama de fondo (los ‘flashforwards’, las vidas de los personajes…) como para ser relevante.

El de esta semana es controvertido y desconcertante. Por un lado, nos muestra una cara de una víctima de abuso poco común en la televisión: íntima, retorcida y con un resultado poco favorable para los sentimientos de la víctima pero muy exitosos en cuanto a la moralidad humana. Quizás son extremos para expresar que existen muchas sutilezas en el amor y las relaciones, pero lo que sí es cierto es que una relación entre menor y adulto, en especial en situaciones de autoridad como es el caso de la profesora. El paralelismo con los personajes a los que ya conocemos se limitan a Bonnie (Liza Weil), que a la hora de tomar el puesto de Annalise ni pestañea, aún con un caso que le puede afectar profundamente.

Bonnie es de los pocos personajes que está estableciéndose como esencial para la temporada gracias a este nuevo formato. Donde mejor se desarrolla es tomando la iniciativa cuando nadie más quiere, como es el caso de ayudar a su jefa cuando ésta está suspendida. Bonnie es una chica de backstage, liderando al reparto detrás de las escenas y llevando una acción mucho menos política y dramática que Annalise. Este nuevo formato más pausado le permite hacer su trabajo y que nosotros lo veamos. Es por eso que cada vez sabemos más de ella, y a mí personalmente me alegra la vida. Asher (Matt McGorry) podrá ser un bro reformado pero nadie le quita que él fue involucrado en la violación de una chica. Bonnie toma las riendas de su personaje enfrentándose a quién quiera que se avergüence de su pasado. En ningún momento la serie deje que se convierta en una víctima sufridora hasta la muerte, y se aprecia mucho.

El conflicto que surge en este capítulo lo hace a través de Tristan, la víctima de abuso de libro de texto: pasado difícil, jovencísimo y pillado con las manos en la masa. La profesora, la mujer que abusó de él, está embarazada de su bebé, y esto se utiliza a favor de su caso y en contra de la mujer. Bonnie se monta un Annalise que hubiese sido más satisfactorio si tuviese también su misma confianza. Por un lado Tristan se convierte en la oportunidad por la cual deshacerse de sus propios demonios, lo cual sabemos todos, NO ES SANO. Pero por otro, han hecho lo legalmente correcto, ¿no?

El resto del capítulo se balancea entre historietas poco entretenidas, sólo para llegar a un final de los que nos gustan. Agradecemos la vuelta momentánea de Eve (Famke Janssen) y lo que eso significa en el humor de Annalise – ojalá el capítulo hubiera sido tan sólo bailes en bares. La magia que tienen entre ellas enmarca todo el capítulo, aunque la trama semanal no las incluye. Eve es una herramienta para que Annalise se sincere, tenga una catarsis, y siga hacia adelante.

Por ahí en medio tenemos una fiesta sorpresa para Wes (Alfred Enoch) que aporta exactamente cero a nuestras vidas, pero donde reside el drama interpersonal importante de este capítulo es en Nate (Billy Brown) y Annalise. Todo lo demás parece difuminarse cuando la relación más estable de la temporada se desmorona de un soplo. No es que no tuviesen suficientes razones para dejarlo, sino que parecían haber llegado a un equilibrio feliz y disfuncional, como todas las relaciones de ‘HTGAWM’. Siempre han tenido una dinámica circular, adictiva y dolorosa: él quiere salvarla, hacerla vegana y obligarle a seguir la ley, y ella utiliza la acusación de su novio sobre su alcoholismo para volver a su programa en la universidad. Se retroalimentan de esperanza y ansia de poder, y a veces resulta cansino. Nunca llegarán a ser felices y verles vaciar la nevera de lechuga cada dos por tres no es tan entretenido como parece.

El capítulo sí que nos deja, por lo menos, con un ‘cliffhanger’: uno de los supervivientes del incendio en la casa Keating es Laurel (Karla Souza), la cual está en estado crítico y… embarazada. Apuestas abajo. Pero eso no es todo, porque Frank (Charlie Weber) ha elaborado un cuidadoso plan en el que mata al padre de Bonnie. Resulta fuera de tono e innecesario, pero TELL ME MORE.

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